CAOS EN EL TRANSPORTE PUBLICO: LA PERSPECTIVA DEL VECINO

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Este martes, desde las primeras horas de la mañana, el paro de trenes convocado por el gremio La Fraternidad desbordó la estación de trenes de Moreno y otras zonas del área metropolitana, generando caos y frustración entre miles de pasajeros. La medida de fuerza, que afectó a todas las líneas ferroviarias urbanas de Buenos Aires, se llevó a cabo como protesta por una demanda de recomposición salarial del 10%. La interrupción del servicio comenzó mucho antes de lo previsto y afectó no solo a los usuarios del tren, sino también al transporte público en general.
Aunque el paro estaba programado para las 9 de la mañana, los servicios de trenes de la línea Sarmiento dejaron de circular a las 7:19, lo que sorprendió a cientos de pasajeros que se encontraban en las estaciones. En la estación de Moreno, una de las principales cabeceras de esta línea, el caos fue inmediato. Las filas para abordar colectivos improvisados se extendieron, llegando incluso hasta las cercanías del paso a nivel.
La incertidumbre reinó entre los pasajeros, quienes no estaban preparados para una interrupción tan temprana. Silvia Villarreal, una de las afectadas, expresó su frustración por no haber recibido una notificación oportuna sobre el paro. En medio de la confusión, los intentos por encontrar alternativas de transporte eran insuficientes, ya que las paradas de colectivos también se vieron desbordadas por la demanda inesperada.
El paro, convocado por el gremio La Fraternidad en el marco de un reclamo salarial, también afectó a otras líneas de trenes, como las de Mitre, Roca, San Martín, Belgrano Sur, Belgrano Norte y Urquiza, todas operadas por Trenes Argentinos. La empresa estatal había anticipado que el paro afectaría más allá del horario estipulado debido a la naturaleza de la medida, que incluía tanto el final como el inicio de los servicios.
En las paradas de colectivos, la situación fue igualmente complicada. Las líneas más cercanas a las estaciones de trenes experimentaron un pico de demanda, mientras los pasajeros trataban de encontrar transporte alternativo. Los choferes de colectivos, ante la presión de la situación, expresaron que la cantidad de personas era inabarcable y que, a pesar de sus esfuerzos, no podían cubrir la alta demanda de manera eficiente.
Hacia el final del paro, la situación en la estación de Constitución, uno de los puntos neurálgicos del sistema ferroviario, se volvió especialmente tensa. Decenas de pasajeros, algunos de los cuales llevaban horas esperando, se agruparon frente a las puertas de acceso a los andenes. La espera bajo el sol, el cansancio y la frustración aumentaron la tensión en el ambiente, y cuando finalmente se reabrieron los accesos, se desató un tumulto. Los pasajeros, en su mayoría personas que venían de largas jornadas de trabajo o que viajaban con niños, corrieron para asegurar un lugar en los trenes, mientras el personal de seguridad y los trabajadores ferroviarios trataban de organizar el caos.
El primer tren, con destino a Bosques, partió 41 minutos después del horario previsto, a las 15:41, marcando el fin del paro. Sin embargo, el desorden persistió, con muchos pasajeros que aún intentaban subirse a los vagones. La situación, en términos de organización, fue difícil de manejar, y la rápida acumulación de personas hizo que los espacios en los andenes se llenaran de manera descontrolada.
El paro de trenes de La Fraternidad puso en evidencia las vulnerabilidades del sistema de transporte público en Buenos Aires, especialmente cuando no se cuenta con un servicio alternativo adecuado o una comunicación efectiva con los usuarios. Si bien los reclamos salariales de los trabajadores son legítimos, las consecuencias del paro afectan principalmente a los miles de ciudadanos que dependen del transporte público para llegar a sus lugares de trabajo, estudios o actividades cotidianas.
El caos en las estaciones y el desborde en las paradas de colectivos no solo evidencian la necesidad de mejorar la infraestructura y los servicios, sino también la importancia de una mayor coordinación y planificación en situaciones de paro. Los pasajeros, como Carlos Pérez, trabajador que dependía del tren para llegar a su empleo, fueron los más perjudicados. Como él, muchos no solo sufren la interrupción del servicio, sino que también enfrentan la incertidumbre sobre cómo podrán llegar a sus destinos de manera segura y puntual.
Mientras se esperan más detalles sobre los próximos pasos de las negociaciones entre el gremio y las autoridades, el episodio dejó una profunda preocupación por las consecuencias de futuras medidas de fuerza que puedan afectar la normalidad de la vida cotidiana en la capital y su área metropolitana

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