Comenzó como una rotisería familiar en 1999 y hoy produce más de 15 millones de empanadas por año. Su crecimiento se basa en una receta casera, espíritu emprendedor y una estrategia inspirada en McDonald’s.
Hace 25 años, en un barrio residencial de Don Torcuato, una madre abrió una rotisería con una idea simple pero poderosa: atender a sus clientes como si estuvieran en su casa. Ese fue el origen de Mi Gusto, una marca que hoy lidera el mercado de empanadas premium en el Área Metropolitana de Buenos Aires y que proyecta seguir creciendo dentro y fuera del país.
La historia comenzó en 1999 con Lucía, madre de los actuales dueños, Jésica y Pablo Lemos. Su frase fundacional, “Va a ser como mi casa, seré la anfitriona y los clientes, mis invitados. Va a ser mi gusto el que comerán”, no solo dio nombre al emprendimiento, sino que definió el alma de la marca: sabores caseros con impronta local.
De la rotisería al boom de las franquicias
El pequeño local fue ganando reconocimiento por sus empanadas abundantes, más grandes de lo habitual y con rellenos innovadores. Con la llegada de Pablo al negocio en 2000 y el crecimiento inesperado tras la crisis de 2001, el proyecto empezó a tomar escala.
Una década más tarde, Mi Gusto abría su primera franquicia en Bella Vista, y desde entonces no paró de crecer. Hoy cuenta con más de 35 sucursales —ocho propias— distribuidas entre CABA y el Gran Buenos Aires, incluyendo puntos clave como Tigre centro y General Pacheco.
Su planta de producción actual está en Bella Vista y tiene una capacidad de 60.000 empanadas por día. Sin embargo, debido al aumento exponencial de la demanda —especialmente durante y después de la pandemia— la empresa se vio obligada a frenar su plan de expansión. Actualmente trabaja en una ampliación que le permitirá duplicar su capacidad a 120.000 unidades diarias.
Claves del éxito: calidad, servicio y limpieza
Pablo Lemos destaca que su primera experiencia laboral fue clave: “Trabajé en McDonald’s y aprendí tres pilares que aplicamos hasta hoy: calidad, servicio y limpieza”. Esa visión fue central para profesionalizar el negocio sin perder el sabor casero.
El crecimiento también se apalancó en estrategias diferenciadoras:
- Formato exclusivo take-away y delivery, que facilitó la adaptación durante la pandemia.
- Packaging cuidado, orientado a preservar el producto hasta el momento del consumo.
- Innovación constante en sabores, con rellenos que van desde vacío braseado y provoleta hasta una versión cheeseburger.
- Línea de empanadas congeladas, disponible en supermercados y en desarrollo.
Resiliencia en pandemia y expansión futura
Entre 2020 y 2021, Mi Gusto experimentó un crecimiento del 100% en sus ventas. Pese a las dificultades de ese período, abrieron cinco nuevos locales y comenzaron a desarrollar su propia aplicación de pedidos online. Gracias a esa transformación digital, el negocio no solo resistió, sino que se fortaleció.
Hoy la marca prevé abrir 30 nuevas franquicias tras finalizar la ampliación de su planta y proyecta su llegada a nuevas regiones del país e incluso al exterior. También prepara el lanzamiento de una línea sin gluten, para captar nuevos segmentos de consumidores.
“Las clásicas siguen siendo las más pedidas”
En los últimos meses, Mi Gusto volvió al centro de la escena tras la viralización de una frase del actor Ricardo Darín, quien mencionó —sin nombrar marcas— el alto precio de una docena de empanadas. Desde la empresa evitaron entrar en la polémica y reafirmaron su foco en el producto: “Tenemos gustos disruptivos, pero las clásicas de mi mamá siguen siendo las que más salen”, afirman.
En Tigre, donde todo comenzó, muchos vecinos todavía recuerdan la vieja rotisería donde nacieron las primeras empanadas de Mi Gusto. A pesar de su éxito comercial, la empresa conserva su raíz familiar y su compromiso con la calidad artesanal, la innovación y la cercanía con el cliente.